En Una habitación en Babel, todos los personajes
buscan algo. Puede ser un objeto, como Berta, que busca
una libreta perdida en la que tenía escritas veinte páginas
de su primera novela. O lo que se busca puede ser una persona,
como es el caso de Nor, que ha partido para encontrar a su hermano,
que está cruzando el estrecho en patera. Eliacer Cansino
traza con mano maestra la personalidad y las vicisitudes de estos
personajes, quienes representan la caras de una misma situación
social del sur de España, vecinos que comparten una mezcla de razas,
una mezcla de orígenes, un cúmulo de problemas y, al mismo
tiempo, una inusitada vitalidad. Lo que aparentemente nace como
un relato coral, con voces muy diferentes solo unidas por la vecindad
de un mismo edificio, acaba convirtiéndose en una novela con
una sola trama en la que se ven involucrados todos los personajes.
Una forma literaria de decir que, a pesar de las diferencias, todos
pertenecen a una misma historia. El autor nos brinda una novela
bella y en absoluto complaciente, el retrato de dos generaciones:
una nueva hornada de adolescentes que enfrenta su paso a la madurez
con valentía y una generación madura que debe afrontar su
deber de orientar a los más jóvenes, sin volver la cara hacia otro
lado cuando surjan los problemas.
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